viernes, 30 de diciembre de 2016

2016 nos deja un periodismo de la pauta madre… que los parió


El año que pasó dejó su estela de estancamiento. Los cambios previstos en semestres culminaron en una profundización de una crisis que, si se repite en el próximo, ya no tiene culpables ajenos a quienes endilgar.
En tal caso, quedaría, como el perro que se muerde la cola, culpar a la prensa que se endulzó los oídos con juicios y presuntos delitos de corrupción, y digo presuntos, porque hasta que no haya una condena firme dictada por un juez natural, no son otra cosa.
Una prensa que todo este tiempo puso más énfasis en los tribunales, más que en la pobreza creciente, la que a su vez genera todos los otros males de la inseguridad, el narcotráfico, las muertes y una sensación en la sociedad de que se está huérfano de alguien que vele por las familias de buena voluntad.
A cada año que pasó pusimos el énfasis en el rol predictivo que encabezaban los medios de comunicación. Hoy, ese rol está en discusión, y los hombres de prensa, estamos en el banquillo.
 La gente sabe de antemano a qué huele el mensaje que transmite tal o cual periodista. Sabe su enrolamiento político, y son predecibles sus discursos. Y cuando estos son puestos de agoreros o voceros de interpretaciones de intereses políticos o económicos, las redes sociales integradas por militantes del “periodistas somos todos”, terminan destrozándolos en miles de twitts, hashtag y tendencias.
El poder multimedial queda rendido en estos días en miles de redes tejidas en internet, y supone para el periodista tradicional un desafío que no tenía antes. Saber qué es o no noticia.
Puestos en este desafío, queda el camino fácil del discurso ya hecho por usinas de comunicación, que tratan de crear espacios y realidades virtuales, lejanas de la realidad cruda de la inseguridad urbana, de la desazón de los productores de economías regionales y de los despidos encubiertos de una economía en crisis.
La batalla hoy se da allí. En las redes. Miles de perfiles falsos, decenas de miles de cuentas anónimas y apócrifas, tendencias generadas por oficinas destinadas a generar trolls tratando de dividir cada vez más la opinión de los usuarios, desnudan a los periodistas de pautas publicitarias de lo único que contaron como recurso de trabajo: con la necesidad de develar la verdad, o con la pauta en la mano.
Ya no son los gurúes que pontificaron todo el año con semestres de despegue, sino los consumidores reales quienes pondrán el límite. El criterio para diferenciar estará dado no por esos gurúes, sino por el ejercicio de la “mano propia”  en todos los ámbitos.
De los gobiernos se espera poco y mucho a la vez. El hándicap en baja de la política habilita  a la plebe a tomar poder.
La pauta publicitaria del Estado será quizás por un tiempo más, el modus de supervivencia de algunos, pero ya no el leit motiv que indujo a la pauta: el alineamiento ideológico o de lealtades.
Cada mensaje de las usinas estatales, pasa hoy por el cedazo de las redes.
Quedó demostrado en el último episodio en Goya, adonde mensajes de wathsapp, videos y comentarios en las redes, generaron tal pandemónium, en el que se enlodó el mismo gobierno correntino, que no pudo contra un muy buen manejo de los mensajes de parte de los  santafesinos, que supieron a su vez, entrar a los medios nacionales, destrozando cualquier buena intención correntina. De nada valió la prensa adicta para revertir la tendencia negativa que rodó por el ciberespacio. Es más, quedó develado quienes estaban parados en uno y en otro andarivel.
Será entonces un año distinto. A lo electoral habrá que agregarle el buen manejo de las redes como estrategias de penetración de mensajes. Quien gane la batalla en ellas, tendrá avanzado buena parte del camino a las urnas.
Ya no será la pauta publicitaria estatal la única que mande en los mensajes. No serán los periodistas de un hipotético mapa mediático político, quienes decidan la inclinación de los votantes. Serán las redes.
¿Y las pautas?. Y sí, seguirán generándose. Pero muchos las tendrán como recurso de vida, y algunos quizás, terminarán recordando a la madre de quien parió esas pautas.

Fredy Miranda
Periodista







sábado, 17 de diciembre de 2016

A 16 años, un día para olvidar

Un 17 de diciembre de 1999 Corrientes vivió un día sangriento con un saldo de dos muertos y varios heridos, luego de una represión violenta por parte de la Gendarmería, enviada por el Ministro del Interior Federico Storani a pedido del nuevo Interventor Federal Ramon Mestre. Iniciaba el gobierno de Fernando de La Rúa. Fue un anticipo de lo que ocurriría dos años después en el país.
El gobierno de la Coalición encabezado por Rubén Perié había recibido un ATN para el pago de sueldos y aguinaldos que nunca efectivizó. Los sectores mas duros decidieron cortar nuevamente el Puente Gral. Belgrano. 
Los partidos políticos, salvo Perié y el radicalismo que querían la Intervención, buscaron una salida "a la correntina" colocando a Carlos Tomasella del PL en la Gobernación. 
Lo demás es historia conocida.
La gente lo olvidó porque mientras en el Puente había una batalla campal, la sociedad seguía sus preparativos para la Navidad como si nada pasara en la Peatonal Junín. 
Eso sí. Un clima de tristeza por un provincia que se perdía en sus días mas oscuros hacía llorar al país.
Un día para olvidar.