martes, 11 de agosto de 2020

10 de Agosto: Día del Cronista de Exteriores

 Un día Natalio Aides me mandó a la calle, allá por noviembre de 1986, con un handy "Mauro" de 2 Vatios en la mano, para contar lo que ocurría en una Corrientes mucho más tranquila, sin grandes noticias a cada rato.

Había que ingeniárselas para convertir en noticia lo que era cotidiano. Me puso un número, el Móvil 3 de LT 7 Radio Corrientes, y con una radio de retorno en el bolsillo y un auricular rompe oídos, salí desde La Rioja hacia la calle Junín.
Recuerdo cada momento de ese primer día como Móvil de Exteriores,
Crucé por el Mercado Central donde hoy está la Plaza Vera, recorrí los puestos, tomé notas de los precios de las verduras, los pescados y la carne.
Luego, desde la producción me avisó Isabel González que había un hecho en Junín casi San Lorenzo.
Rápidamente corrí hacia allí y encontré a un hombre en el suelo bajo unas chapas dobladas y a un lado una escalera. Un obrero se había desplomado colgando un cartel en plena calle, cuando aún no era peatonal, y el tránsito estaba cortado, con el muchacho rodeado de gente en la vereda.
Pedí aire y escuché por primera vez lo que sería una arenga para mí y un pie inconfundible de Natalio: ¡Adelante Fredy Miranda, Móvil 3!.
Así me sorprendí relatando lo que veía. Las palabras salían de mi boca mientras mi mente discurría en lo que mis ojos veían. Cada detalle lo iba relatando en una catarata de verbos y adjetivos contando la situación.
Atiné a hablar con el hombre caído, y con toda confianza en medio de su dolor me contó cómo se llamaba, (de apelllido Meza) mientras llegaba la ambulancia.
La noticia ya estaba lanzada y seguramente en alguna casa algún familiar se enteró por la radio.
No había celulares, solo la radio. Y mi equipo de VHF que me conectaba con la ciudad y el mundo.
Así, fue mi primera vez. Nunca mas volví al estudio, salvo en alguna transmisión ómnibus de Natalio, o algún programa que ensayé probando suerte en la pecera de la radio.
Pero la calle siempre fue única, me enseñó ella más que todos los años que podrían enseñarme cualquier Facultad o carrera en las aulas.
Lo otro es haber estado en el lugar y en el momento justos, con las herramientas del habla justas.
Luego vendrían más de 30 años de caminar calles, recorrer rutas, entrar a los barrios como a los despachos oficiales, y hacer con el Móvil de Exteriores, luego Móvil 1, el trabajo de todo un grupo: periodista, productor, operador técnico, chofer y hasta a veces, conductor único de mis propias salidas al aire.
Sin dudas, de toda mi vida laboral, fue la que más satisfacciones me dio.
Cuando consideré que había cumplido un ciclo y dejé la calle, sólo hice un impasse en las transmisiones.
Cuando estoy fuera, mi mente trabaja a la par de mis ojos, y voy contándome por dentro lo que estoy viendo.
A treinta y pico de años de aquel primer ¡Adelante Fredy Miranda!, celebro que hoy la ciudad esté repleta de móviles, unos más locuaces que otros, pero todos con la misma impronta: hacer realidad aquello que defiendo como una verdad incontrastable: LA RADIO ES LA CALLE, SINO, NO ES RADIO.
A MIS COLEGAS DE LA CALLE, LA HOY LLAMADA "LA PATRIA MOVILERA", ¡FELIZ DÍA DEL CRONISTA DE EXTERIORES!

viernes, 29 de mayo de 2020

El confinamiento llegó para quedarse


No es un slogan, no es una frase hecha, es más no debería ni siquiera ser un título por su obviedad. Es una realidad que obliga a toda la Humanidad a replantearse que, por ahora, es necesario enamorarse de la cuarentena en sus diversas variantes, fases o procesos. (Fredy Miranda)

La realidad a la que despertó el mundo entero con la expansión de un virus desconocido que comenzó a propagarse mucho más rápido que en toda su historia, llevado por los mismos humanos en su creciente movilidad y facilitado en una sociedad cada vez más conectada, nos dejó inermes y vulnerables.
El COVID-19 - SARS reafirmó valores, exhibió disvalores, y puso sobre el tapete lo vulnerables que somos. Portadores seremos casi todos, y en algún momento, tarde o temprano, lo llevaremos en nuestro ADN y terminará impactando en su recorrido de organismo en organismo, a alguien más débil que termine enfermando gravemente o muriendo.
No somos nosotros, es el virus. Y contra él con una hipotética vacuna algo se podrá hacer. Pero para eso hace falta tiempo, tiempo que en la economía y el ritmo de la vida social que llevábamos no tenemos.
Una vez dijo el Papa Francisco cuando aún era el Padre Bergoglio SJ, que “el tiempo es superior al espacio”. Y que por ello lo importante en la historia corta de la vida de una persona es necesario poner en marcha procesos. El espacio no lo controlamos, el tiempo menos. Y la única manera de convivir en ambos es así, con procesos.
El proceso al que nos volcó la naturaleza es a su propio tiempo. No es el nuestro, es el tiempo y el espacio del coronavirus que amenaza nuestra forma de vida aquilatada durante siglos y que hoy llegó a su colapso.
Entendido así en este contexto, pensar la sociedad ante-pandemia como que será la misma en el futuro, es falso. Ya no es la misma y no lo será por un buen tiempo. El hecho que un virus indómito nos haya atacado, y que lo podamos dominar en algún momento, no significa que no aparezca otro, y otro, y otro. Y sin contar las mutaciones, o que la vacuna nunca llegue, como pasa con el flagelo del HIV.
Por lo tanto, cuando se ven realidades de grandes empresas que quiebran, negocios que se desmoronan, aerolíneas que se desarman y una nueva realidad económica, es la pandemia laque va dejando su huella en una sociedad que tenía hasta ahora una impronta.
Ahora, está a la vista que hay que acomodarse a la nueva realidad. No sorprende entonces ver que muchos negocios deberán cerrar, que se perderán muchos empleos, y que se readaptarán las condiciones laborales y de subsistencia. Solamente aquellos que estén preparados para afrontar los nuevos parámetros que la enfermedad y sus riesgos acarrean, podrán avanzar, abriendo procesos de adaptación lo más rápido posible.
No es el virus que se adaptó a nosotros tan rápidamente el que podrá ganarnos. Nosotros debemos adaptarnos al virus y seguir su ritmo y tiempo.
De hecho, los espacios ya están fijados: el aislamiento es el primero, el distanciamiento será la forma de acercarnos, y los ritmos de tiempos de consumo que esto conlleva, determinarán lo que es necesario, y serán las bases del intercambio comercial y de la producción y de la vida humana misma.
Adaptarse es la consigna, porque los dados ya están echados.
No pensemos que veranear como antes será igual, que salir a la calle o a un lugar de esparcimiento también lo sea. Todo estará marcado por las reglas sanitarias mientras tanto.  
De hecho, se plantearon dos caminos: la anti cuarentena que propone seguir el ritmo de antes y adaptarlo al virus, a sabiendas que el riesgo de contagios es lo segundo, es decir, primero la economía y la supervivencia y luego, la salud, o lo que es lo mismo: la vida o la muerte.
El otro, el confinamiento temeroso, que hace caer en el “síndrome de la cabaña” o, en la quietud a la espera de la ayuda externa.
Ni uno ni lo otro son adaptaciones inteligentes. El virus de hecho lo es y mucho más que nosotros, producto de miles de años de adaptación natural a la supervivencia en distintos organismos ancestrales.
La nueva realidad obliga a cambiar casi todo. A cambiar el chip y buscar en la genética propia de nuestra adaptación a todos los ámbitos para generar una nueva sociedad.
Deberán desaparecer los centros comerciales, las clases masivas, las grandes concentraciones en el transporte, los recitales, eventos deportivos, sociales o culturales, los espacios de comida públicos, y todo aquello que implique lo que los humanos estábamos acostumbrados: la masividad.
Sin individualismos ni gregarismos, es tiempo de pensar una nueva sociedad, de proyectarse más allá de la cuarentena, para en ella, aprender a vivir de nuevo.
Lo único organizado que ha quedado en pie es el Estado, por eso más allá de quienes ocupan los gobiernos, hacia ellos están dirigidos los reclamos de una u otra tendencia. Ni las empresas, ni los grupos sociales, ni los intereses sectoriales, pueden dar respuesta a esta actualidad por sí mismos, ni tampoco a lo que se viene.
Convivir con el virus significa eso: vivir con él. Cuidarnos sí, doblegarnos no. Pero para ello será preciso adaptar todo de nuevo. Rehacer todo, si es necesario. Barajar y dar de nuevo.
¿Otro Estado?, sí. ¿Otro orden?. Sí. ¿Otros valores?, si.
Hasta ahora el Estado se debatía en existir o no existir. El dualismo nos llevó a ideologismos banales que nos enfrentaron por dos siglos al menos.
El orden impuesto de los que producen y los que consumen, ahora deja al descubierto las desigualdades de que hay muchos que producen y pocos los que pueden consumir en igualdad de condiciones.
Ya no se trata entonces de producir y consumir solamente. Se trata de algo más que un ciclo transformador de la naturaleza, sino de algo más trascendente al seguir sus tiempos y ritmos.
El confinamiento nos hizo consumidores de alimentos y dejamos de lado vestimentas, vicios y supuestas comodidades como la moda, el glamour u otras pseudo necesidades. De repente cocinar, acomodar la ropa o plancharla se convirtió en un desafío a aprender para mucha gente acostumbrada a que todo lo haga otro.
De repente, salir a mendigar una ayuda del Estado, por parte de comerciantes, cuentapropistas o empresarios, los igualó en la necesidad.
La nueva normalidad ya rompió los moldes.
De persistir en mantener los viejos solo hará prolongar la agonía, y las sociedades que insistan en mantener los ritmos de antaño, sólo sufrirán más.
Lo bueno es que el nuevo camino es ahora o nunca.
Dependerá de todos comenzar a transitarlo.

viernes, 21 de junio de 2019

La grieta de 1999 que atrasó a Corrientes por más de 20 años



Sin ánimo de ser un relato histórico la siguiente crónica es simplemente una visión en perspectiva, de una vivencia personal y comunitaria en clave periodística de los hechos que impactaron a los correntinos en 1999. El haber tenido como condimento no solo los intereses políticos y económicos de por medio, sino también el obligado encolumnamiento a determinado sector, hizo que la sociedad no pudiera liberarse de los relatos de esa época, y tomara partido, equivocadamente o no, por uno u otro bando. Nadie fue neutral en ese año, y el que lo era, quedaba excluido, relegado o debía irse. Yo lo hice.
Por Fredy Miranda –Corrientes, Junio de 2019

  


I - Las causas
Los acontecimientos políticos y sociales de 1999 en Corrientes no fueron un hecho nuevo en su historia, en una provincia que se caracterizó por profundos conflictos políticos palaciegos, si se puede llamar palacios a aquellos edificios públicos más parecidos a casonas coloniales en medio del rancherío de siempre.
En 1999 Corrientes ingresaba en su última crisis política que culminó como todas, en una intervención federal, como si el remedio constitucional fuera la solución de todas las cosas, cuestión que esta vez no fue la excepción: la crisis se profundizó.
Pero ese año no estuvo aislado de los anteriores.
Corrientes había sufrido ocho años antes una crisis política casi similar, en medio de los problemas económicos y políticos del país, con el advenimiento del menemismo y los últimos estertores de la hiperinflación. Una deuda galopante acarreada de los primeros años de democracia, dejaron siempre al descubierto la endeblez y dependencia del estado provincial de los recursos de la coparticipación federal, que como siempre, fueron escasos para el gasto fiscal de una provincia que nunca tuvo su propia solvencia.
Ya en pleno gobierno de Ricardo Leconte (1987-1991) los maestros habían ensayado marchas multitudinarias, con Graciela Scotto a la cabeza de la Asociación Correntina de Docentes Provinciales (ACDP), poniendo en vilo a la administración liberal que dependía exclusivamente de esos escasos fondos.
Una serie de negociaciones permitieron a las administraciones de José Antonio “Pocho” Romero Feris y Ricardo Leconte contraer deudas, empréstitos y bonos ofrecidos por la Nación para poder hacer frente a los compromisos salariales. Un alineamiento con la administración de Ricardo Alfonsín ayudó a sobrellevar no sin algunas peripecias la hiperinflación, y cargó las arcas de la gestión del Pacto Autonomista Liberal de lo necesario para encarar algún desarrollo, con los vicios propios del conservadorismo: el gobierno de amigos y el clientelismo político como práctica que nunca dejó de usarse para mantenerse en el poder por parte de todas las fuerzas políticas sin excepción.
Lo mismo ocurrió en las intervenciones federales subsiguientes de  Durañona y Vedia, Claudia Bello y Santiago Ideler Tonelli, que sacrificaron Aportes del Tesoro Nacional (ATN) en los bolsillos hambrientos de los estatales correntinos, quienes fueron persistentemente a reclamarles en medio de las intrigas de poder entre el Pacto conservador y el PJ menemista, en casi dos años de una lucha electoral signada por un sistema arcaico de elección indirecta.

  

II - La deuda y la gestación de la grieta
Cuando Raúl Romero Feris - uno de los protagonistas del 99 y de una historia que aún no culmina - asume el gobierno en 1993, se encuentra con las arcas vacías y sueldos sin pagar dejados por la intervención federal anterior.
La buena amistad que tejiera con Carlos Menem, - quien fuera su más enconado adversario, - de inmediato a las tres elecciones en las que compitió con Alberto Di Filippo y al que el Presidente había apoyado, logró posicionar el tesoro provincial en mejor forma para iniciar un rápido proceso de recuperación. Una serie de medidas de contención del gasto público y un descuento compulsivo a los estatales del 25%, que luego fue devuelto, hizo arrancar la economía interna del Estado provincial.
Nuevos empréstitos con el Banco Mundial y el BID permitieron avanzar con las obras estratégicas, y a pesar de los cimbronazos de las crisis internacionales como el “efecto Tequila” y el “efecto Caipirinha”, en alusión a las devaluaciones producidas por la caída de las Bolsas de México y Brasil respectivamente, pudieron dejar un panorama un poco más ordenado en lo que a funcionamiento del Estado se refiere.
Claro que por esos tiempos ya se vislumbraba lo que se vendría hacia el final del siglo: el comienzo de los vencimientos de la deuda pública de la provincia, aquella contraída en la década pasada por el PAL y las intervenciones, y que comenzarían a operar en 1999 con el aval de la coparticipación federal.
Si no ingresaban fondos frescos de otras fuentes, Corrientes entraría en default total, como finalmente ocurrió en el primer semestre de ese año. La población no era consciente de ello y en su gran mayoría la desconocía y no se imaginaba, por ende, de los efectos.
Esta circunstancia hacía imperioso refinanciar las deudas, renegociar los bonos externos o venderlos a buen precio, de tal manera de afrontar las acreencias externas sin afectar el goteo federal que por ese entonces, en el último período menemista, se preveía como de inminente colapso.
En toda la historia correntina se ha sucedido una constante cual es la anticipación a las crisis nacionales. Así como ha ido en contramano de los hechos en el país, también lo fue como anticipo de lo que luego ocurriría en la Nación.
Un solo ejemplo basta para graficar. El Correntinazo de 1969 con la muerte del estudiante Juan José Cabral y el levantamiento de los claustros universitarios contra el régimen de Onganía, sería la antesala del levantamiento del Cordobazo meses más tarde, con la incorporación de las masas de trabajadores a la protesta social que terminó en el fin de la dictadura militar de la Revolución Argentina años después.
De la misma forma, el colapso económico institucional de 1999 en Corrientes tuvo su correlato nacional más tarde en el 2001, con la salida intempestiva del gobierno de Fernando de la Rúa.


  
III- La grieta y el golpe
Si bien todo se cocinaba a fuego lento como un proceso económico que debía ser solucionado o eclosionaba en crisis social, la volatilidad de la economía hacía prever que si no se tomaban urgentes acciones antes de 1998, Corrientes corría peligro. Lo peor al fin de cuentas, terminó ocurriendo.
Precisamente, a sabiendas de esa situación, se fue gestando un golpe de estado desde la oposición a Romero Feris, que por ese entonces no tenía mayoría en las cámaras legislativas tras sus encontronazos con los sectores conservadores del Pacto Autonomista Liberal y un acompañamiento colateral de sectores rebeldes del PJ.
Tras su triunfo por más del 70 % del electorado en la Capital, y luego  de una aplastante segunda vuelta impulsada por la muerte del candidato Rubén Darío Casco en plena campaña, curiosamente culminó con un gobierno sin fortaleza política, como lo fue el de Pedro Braillard Poccard que asumiera en 1997 sin el respaldo legislativo necesario para imponer su mayoría en las cámaras.
Siguiendo una vieja estrategia de manual, las fuerzas conservadoras atacaron por venganza por el lugar más débil: a Braillard Poccard en su cargo y a la economía, en su base.
Visto desde la oposición aparecían como puntos débiles de la nueva administración la pertenencia política de Braillard a un Partido Nuevo con cabeza en la Municipalidad de Corrientes donde residía el jefe político Raúl Romero Feris; y los bonos de deuda que se pretendían negociar en Estados Unidos para oxigenar el Tesoro. Recordemos que era la deuda de arrastre que desde 1983 -y de antes también- estaba a punto de vencer, y era una espada de Damocles sobre las gestiones subsiguientes. Unos 1.400 millones de dólares que debían reprogramarse sí o sí.
Meses antes una carta del presidente del senado correntino, el liberal Luis María Díaz Colodrero a los interesados compradores internacionales de bonos de la deuda, diciendo que la Legislatura no iba a convalidar su negociación, echó por tierra la misma, por lo que el gobierno y el futuro quedaron descalzados e indefensos para intentar una proyección a futuro, si no ocurriera una negociación urgente con la oposición que, consciente de su poder, se cerraba sobre sí misma.
De allí, al conflicto social no había más que un paso, pues al no haber fondos en la provincia, cooptados por el aval que se había dado de la coparticipación federal, la sequedad de las arcas correntinas era un hecho en 1999.
Todo fue premeditado, era previsible, y todos los actores políticos estaban al tanto del proceso que se había lanzado: la toma del poder por parte de la oposición por fuera de las elecciones, en venganza a la pérdida del mismo que habían sufrido al desprenderse Raúl Romero Feris del status quo que gobernó durante décadas, y al alcanzar la preferencia de más del 75 % del electorado en 1997.
A la vez, venganzas personales como la del dirigente justicialista Rodolfo Martínez Llano, al que años antes Raúl  Romero Feris lo había denunciado en un caso de pedido de coimas para aprobar un crédito del Banco Mundial para obras públicas, - y que finalmente fue aprobado por la bancada del PJ previa expulsión del diputado -, y un encono abierto con la cúpula del Partido Liberal, y con su hermano José Antonio Romero Feris del Partido Autonomista, por haber alejado del poder a los políticos tradicionales y a sus intereses con empresarios de la “cementocracia” vernácula, representada por quienes habían sido excluidos de las obras públicas más importantes del Estado, por acusar sobreprecios.
A la crisis que se veía venir, se sumó un año de grandes inundaciones que azotó a la región, con crecidas de ríos, abundantes lluvias y la consiguiente destrucción del potencial productivo de la provincia, la caída de la economía nacional, un recambio institucional en el país que dejaba grandes incertidumbres y al final, una Argentina devastada por la deuda pública contraída por la Nación y las provincias en el menemato, que anticipaba años difíciles, como finalmente sucedió en 2001.


IV – 1999, la hora de la venganza
Hasta aquí, es evidente que los acontecimientos de 1999 no fueron aislados sino parte de un largo proceso que comenzó a tocar fondo ese año.
Aquellos que veían la oportunidad de tomar venganza y hacerse del poder, antes de perder completamente la oportunidad de su pertenencia, decidieron incursionar por ese lado más débil.
En los primeros meses de 1999 comenzaron los primeros cabezazos. Los pagos a proveedores se venían atrasando desde el año anterior, se disminuyó el ritmo de obras públicas sin financiamiento y se priorizó el pago de sueldos estatales.
En el segundo trimestre comenzó el pago a goteo de las escalas salariales cada vez más espaciadas. Veinte millones de pesos se descontaban por mes de la coparticipación federal a Corrientes, representando más del 80 % de sus ingresos.
Hasta que, desde mayo en adelante, el retraso se hizo incontrolable. Primero un mes, luego dos y hasta se llegó a adeudar cuatro sueldos cuando ya el gobierno había caído en manos de la Coalición.



V - La Coalición
El entramado político golpista se fue tejiendo entre varios sectores, pero en dos determinantes: el político-clerical y el síndico-estatal. En este último podemos hallar al frente judicial encabezado por algunos jueces, el SITRAJ y ATE.
Por un lado, el político teniendo como cabeza a Pocho Romero Feris, Ricardo Leconte, Rodolfo Martínez Llano y algunos sectores del peronismo y el radicalismo como central de comando, al que luego se sumaron con menor participación en el reparto, algunos de la izquierda vernácula. No hay que soslayar a la cúpula local de la Iglesia en la Capital, que de la mano de Monseñor Domingo Salvador Castagna se inclinó por los sectores sindicales, y que luego que no recibiera fondos estatales de sueldos de las escuelas católicas subvencionadas por el Estado, apoyó desde atrás a la rebelión a través de la figura del cura Jorge Scaramelllini Guerrero Leconte Reina, a la sazón representante de las mismas.
La dirigencia del PJ tardó en sumarse, más bien atenta a los mandatos que venían desde la Casa Rosada, y que en Corrientes seguían las instrucciones de su presidente Ángel Pardo. Menem sostuvo a Tato, aunque el Presidente venía ya falto de fuerza política y económica.
El núcleo duro de la política sumó al sindicalismo descontento con la pérdida de los fondos a los que accedían mediante los descuentos automáticos en los sueldos de los estatales, desfinanciados y sin posibilidad de maniobrar para actividades sindicales. Fueron los primeros en iniciar las marchas envalentonados por algunas medidas nacionales: la histórica y persistente Carpa Blanca de Ctera la tomó Suteco en la provincia, ATE regida por los problemas entre la CGT y la CTA, asumió su rol opositor, y otros gremios menores sumaron banderas y organizaciones a lo que después fue la llamada “Plaza de la Dignidad”, adonde abundaban las carpas, las ollas populares, y los debates con alto contenido político, en un año que era también electoral. De hecho, todos los políticos de la oposición compartían horas con los acampantes. Tras el desprestigio del Gobierno de Coalición y al no poder cumplir sus promesas terminaron alejándose cada vez más del predio de la Plaza 25 de Mayo.
No hay que olvidar que el enardecimiento surgió en esos ámbitos. En vez de calmar y aportar a la paz social, los actores fueron subiendo el tono. A cada acción sobrevino una reacción, más fuerte y acalorada. No había ámbito adonde no se obligara a tomar postura por uno u otro bando, y los correntinos sufrieron una grieta que terminó despedazando amistades, familias, círculos y lugares que deberían ser de encuentro.
En solo seis meses de esa gestión se sucedieron los más enconados enfrentamientos, la lucha del nuevismo por recuperar el gobierno, y la represión y persecución constante, el encarcelamiento de dirigentes naranjas y la lluvia de causas penales que cayeron en dos juzgados habilitados al efecto: el de Mario Payes y el de Juan Manuel Segovia, indicados para recibirlas e impulsarlas.
La mayoría prescribieron por el paso del tiempo, otras terminaron en sobreseimientos en los tribunales superiores y algunas, las menos,  continuaron su marcha con condenas que nunca quedaron firmes.
Nuevamente Corrientes estrenaba un anticipo: la misma catarata de causas judiciales contra ex funcionarios se repetiría 15 años después en la nación contra el Kirchnerismo, con razones válidas o no, pero siguiendo un mismo parámetro: el uso de la Justicia como ariete político.

VI- La grieta correntina del 99
La grieta lo rompió todo. La necesidad económica dejó sin horizonte a los más débiles empleados públicos, y muchos se refugiaron en el misticismo para hallar una solución a sus angustias económicas, tanto que acudían a las imágenes religiosas y rezos como única esperanza.
Pulularon las casas de préstamos y los que tenían alguna regularidad en sus ingresos terminaron siendo garantes de empréstitos para sus familiares que se quedaban sumidos en deuda, generando un encadenamiento de obligaciones y trasladando la crisis a otros sectores de la economía.
El atraso de sueldo de un mes tan solo ya significaba tasas de interés en las surgentes tarjetas de crédito, y la toma de préstamos implicaba de hecho no poder pagarlos al sumarse más meses atrasados, lo que acrecentaba el agujero negro de las familias. Con cuatro sueldos sin cobrar, la vida de muchos quedó más que afectada por años.
La violencia se apoderó de algunos. De la verbal en alguna radio que arengaba a los manifestantes opositores, se pasó a la acción de grupos de choque que apedreaban casas, apretaban a los maestros que no se sumaban al paro, amenazaban a los que no tomaban partido, y rompían y atacaban lo que significaba algo del otro bando.
Todos estaban obligados a tomar partido, y si no a callar o marcharse.
Es lo que también viví. En esos tiempos alejado temporariamente de mi profesión y ejerciendo un cargo público, me tocó ver sin neutralidad a las masas arrojarse entre sí. En la Plaza, en la Legislatura, en una reunión de padres de una escuela, hasta que recibí una alerta de dos colegas:
-         ” o te quedás quieto y no decís nada o te armamos una causa”, me dijeron mi amigo Daniel Bruno y su compañero Gustavo Ojeda, del grupo de Martínez Llano, en la esquina de San Juan y Quintana, tras avisarme que yo “estaba limpio de antecedentes” y no debía temer . “Pero, adonde levantás la cabeza….” me susurraron.
Una jornada signada por bombas de estruendo de sindicalistas dentro de una escuela adonde iban mis hijos, me decidió a que los sacara de Corrientes y los enviara a Misiones a continuar sus estudios.
Tras los acontecimientos del ataque a Radio Sudamericana, que fuera irrumpida por una horda descontenta con Natalio Aides, y en medio de una zona liberada por la Policía, cuyo jefe era el Comisario General Amadeo Smirt Amarilla (ascendido saltando varias jerarquías al máximo cargo, purga policial de por medio) opté por abandonar también yo a Corrientes,  y volver a mi ciudad natal para trabajar allí, aunque retornaba periódicamente a la ciudad pues seguía cubriendo los hechos que acontecían para LT 4 Radiodifusora Misiones, donde era director el señor Julio Burna, luego Subsecretario de Información Pública en los gobiernos de Ricardo Colombi y a la fecha.


VI – Camino al golpe de 1999
Del lado del gobierno en crisis, si bien lidiaban con tratar de obtener fondos extras del gobierno nacional para satisfacer la sangría que se iba produciendo por los descuentos a la Coparticipación por parte de los bancos acreedores, los gestos políticos no alcanzaban y por el contrario enardecían los ánimos. Renunciaron algunos ministros, se cedía a pedidos en las cámaras, pero desde la oposición iban por lo innegociable: la no obediencia al líder naranja Tato Romero Feris.
Las marchas y movilizaciones multitudinarias del partido oficial dejaban en evidencia el estado de nerviosismo que generaba tener a la oposición ganando las calles. El enclave de la plaza 25 de mayo fue precedido días antes (el 20 de mayo) por una intentona similar en la plaza homónima de Resistencia, adonde el gobernador radical Ángel Rozas arrojó de la misma a los manifestantes con palos y gases lacrimógenos. La acción había traído severas advertencias y reproches desde la Nación por lo salvaje de la represalia. Una acción similar en Corrientes, podría haber tenido peores consecuencias políticas a un aliado del gobierno nacional.
Por un lado, eso. Por otro, la falta de reacción eficaz a una cuestión política y económica, la falta de negociadores u operadores políticos para mantener el avance golpista en las cámaras hacia los legisladores del PJ y del PL en pos de mantenerlos en el redil oficialista, la virulencia del discurso en las sesiones, y las reacciones de los grupos de choque armados desde la vice intendencia capitalina de seguidores de Lucía Ortega, no ayudaban a un clima de pacificación, sino que ensancharon el enfrentamiento que tendía a generalizarse.
Unos y otros foguearon el desastre. La policía finalmente cayó en la rotura de la cadena de mandos. Con órdenes contradictorias, en algún momento los mandos medios se negaban a actuar reprimiendo. La posibilidad y avidez que generaba un cargo superior al que acceder si cambiaba el gobierno alimentó la interna policial, y meses más tarde pasaron algunos de Comisarios a Comisarios Generales, desplazando a toda una camada de oficiales de por medio.
Algunos jueces con filiación política anterior tomaron partido. La mayoría provenían del Pacto y a él respondieron. Salvo el Superior Tribunal que supo mantener su neutralidad muy pocos no sucumbieron a la ola golpista.
El senado provincial fue el ariete institucional. Con Rubén Perié (amigo íntimo de Martínez Llano) y sus ganas de ser gobernador el PJ quedó dividido. Tuvieron que bajar mediadores como el pampeano Rubén Marín, enviado por el Consejo Nacional Justicialista,  para tratar de frenar la embestida contra el gobernador.
Pero las negociaciones no avanzaron. Algunas sesiones hasta debieron realizarse en la Jefatura de Policía, adonde concurrió el gobernador, no sin antes pasar por el medio de la Plaza y recibir insultos y piedrazos.
Allí le exigieron que renunciara a continuar bajo la influencia de Romero Feris, o le bajarían el pulgar e iniciarían el proceso de juicio político y destitución de la fórmula gubernativa.
Se blandieron armas por parte de los políticos. Rodolfo Martínez Llano exhibiendo un arma en la cintura, y del otro sector el diputado “Chingolo” Díaz Colodrero (PJ) también con un arma en puño, mostraba el grado de arrogancia e insensatez que se rondaba. Hasta decían que había un arsenal en la Legislatura y por primera vez en la historia se allanaron despachos de diputados por sobre sus fueros en busca de armamento, sin ningún éxito. No hubo enfrentamientos armados por poco. Pero sí hubo una cabecera de playa previa a una de las sesiones que intentó el PaNu, que fue resistida por los anteriores ocupantes y no terminó en tragedia de milagro.


VII- La espiral de la Violencia
Intentar una secuencia de los hechos es describir solo una espiral de violencia que iba creciendo día a día, azuzada por los enfrentamientos de políticos en los micrófonos y diarios, la presencia de manifestantes en las calles y el paso de los días con el atraso de los sueldos. La operación “toma del poder” pergeñada años antes por la oposición iba dando resultados y el gobierno se deterioraba día a día.
Al faltante de los sueldos se le endilgaba una sola causa por parte de los golpistas: “se robaron todo”. Así, desde Tato para abajo aparecieron funcionarios y militantes en listas de ricos hechos supuestamente con dinero del Estado. Se presentaron las primeras causas de enriquecimiento ilícito, de asociación ilícita, y se iniciaron procesos penales contra funcionarios nuevistas. Contaban con el aval judicial del SITRAJ, convertido en facilitador de los trámites en los estrados, y más tarde colaborador íntimo del juez Mario Payes, asumido al cargo tras una maniobra política mientras era funcionario del gabinete de Rubén Perié, y nombrado por éste usando su doble calidad de gobernador y senador a la vez, pues ejerció los dos poderes para su nombramiento, algo prohibido por la Constitución y el principio de la división de poderes.


VIII-La caída
El golpe de mano lo dieron los sindicatos, presentando un pedido de juicio político al gobernador primero, y al vice después. Antes habían hecho lo mismo con tres ministros, la de Hacienda Zunilda Míguez, el de Salud, Juan Pedro Schaerer, y la de Educación Lidia Romero Feris de Cotelo. Éstos terminaron renunciando para no caer en el escarnio de un juicio político.
Entre los primeros firmantes figura alguien que luego llegaría a ser vicegobernador 15 años más tarde: Gustavo Canteros de AMET, gremialista que el mismo Tato Romero Feris había ayudado a consolidar tras el traspaso de las escuelas técnicas nacionales a la provincia. El motivo: el recorte de aportes sindicales.
Así, el movimiento de pinzas político-sindical, logró sumar los votos necesarios con el apoyo de un grupo de acampantes de la Plaza, para iniciar los días del juicio político a Pedro Braillard Poccard y al vice Víctor Hugo Maidana por “falta de idoneidad” y varios delitos contra la administración pública. Los que contribuyeron al golpe fueron 18 diputados de los 26: seis legisladores justicialistas, siete del Pacto (tres liberales y 4 autonomistas), cuatro radicales y uno del cavallismo. 

De nada sirvió la defensa jurídica y argumentos de ambos en su defensa. Los votos necesarios estaban y se los suspendió en el cargo el 19 de junio. Ese año no hubo acto popular del Día de la Bandera. Hacía rato el paño celeste y blanco de la Unidad de los argentinos, había sido arriado en Corrientes.
 Tras ello, y al asumir Perié, se ordenó la inmediata intervención de la Municipalidad de Corrientes y de su ocupante que había llegado allí por una cantidad histórica de más del 75% del electorado con el dominio absoluto del Concejo Deliberante.
Tato quedó internado en el Instituto de Cardiología el 4 de julio, adonde una comisión policial fue a ponerlo preso por una orden del juez Juan Manuel Segovia, emparentado al Partido Autonomista anteriormente. En esa condición fue trasladado para su recuperación cardíaca al Sanatorio del Norte adonde quedó alojado con prisión preventiva hasta su envío por casi tres años al Escuadrón 48 de Gendarmería Nacional. Desde allí se convertiría en el feroz opositor a la Coalición, a la que venció en las elecciones de octubre. También se impuso a la posterior elección convocada por la intervención federal de Ramón Mestre y Oscar Aguad, y extendería su enfrentamiento en elecciones de doble vuelta con Ricardo Colombi, quien le birló la gobernación en 2001. Una historia de alter egos que se extendió por casi  veinte años después, con condenas judiciales anunciadas y digitadas, y amenazas de encarcelamiento que luego se cumplieron.
Claro que con el advenimiento del Gobierno de la Coalición, una feroz persecución a todo lo que se emparentara con el “nuevismo”, y cuya pertenencia significaba ser parte del “régimen”, y por lo tanto ser excluido de toda ayuda estatal, y lo que es peor plausible de ser denunciado y encarcelado, dejó una grieta insondable en muchas personas que por el solo hecho de haber tenido alguna vinculación “naranja”, pasaba a por lo menos tener lepra.
Esta admonición se extendió por más de una década, y aún hoy sigue siendo una mácula con la que algunos sectores políticos, cada vez menos según transcurren las generaciones, miran al nuevismo.
Se iniciaron causas penales por doquier contra ex funcionarios, militantes y simpatizantes. Se echó del trabajo por un decretazo a más de 10 mil empleados públicos nombrados por la anterior gestión, y se pauperizó el campo, la producción y todos los emprendimientos de índole social, solo por tener el signo opositor. Las listas negras no permitían ningún tipo de supervivencia, y mucha gente terminó emigrando a otras provincias en busca de un mejor horizonte que en su propia tierra.
No solo cayó un gobierno. Cayó la democracia, y se perdieron 20 años, en los que aumentó la pobreza, proliferaron los asentamientos, las tomas de tierra y el crecimiento de las villas miseria, cayeron los índices de la producción y se estancó el desarrollo provincial.

  
IX – El desastre de la Coalición
Los sueldos no se regularizaron durante la Coalición como esperaban desde la Plaza con el cambio de gobierno. La reticencia de un Menem en retirada a enviar más fondos a un agujero negro como era Corrientes, hizo que siguieran atrasados.
Se acusó de ello entonces a la anterior gestión: “es la plata que se robaron”, decían para justificar la falta de efectivo en las arcas, mientras se nombraba un triunvirato por cada cargo público. En la Municipalidad de Corrientes intervenida por la Legislatura se colocaron tres interventores: Uno del Pacto, otro del PJ y otro de la UCR, en simultáneo, y así en cada organismo. La Coalición fue por los los cargos del poder más que por la solución de la situación desesperante de la población quebrada económicamente.
Esto se extendió por un período que llegó a su fin en Diciembre con el advenimiento de la Intervención Federal, pergeñada desde la UCR y el gobierno de Perié, y para cortar una salida “a la correntina” en la nueva composición de la Legislatura luego de las elecciones de octubre.
En el interregno de la Coalición y en medio de la crisis económica y las persecuciones, se paralizaron todas las obras públicas, se detuvo la asignación a servicios esenciales, y se postergó todo avance o proyección a futuro.
Todos recuerdan el pase de grado o año por decreto a los escolares afectados por los meses de paro docente. Algo que impactó fuertemente en el nivel educativo de los estudiantes y se notó años después en sus rendimientos académicos.
Fueron meses muertos para el desarrollo provincial, y en tan solo cuatro meses, se retrocedió dos décadas, que en materia de desarrollo fueron cincuenta años.
Así y todo, los tiempos electorales apresuraron los alineamientos, y curiosamente, el candidato a presidente del PJ Eduardo Duhalde recibió el apoyo del nuevismo y de Perié al mismo tiempo, en las presidenciales de ese año.
Para octubre ya se sabía que Fernando de la Rúa sería el nuevo presidente y se agilizaron los tiempos para hallar una solución a la correntina, con una nueva Coalición en un nuevo escenario político  con gobierno radical.


  
X – El anticipo del 2001
Al no haber ya los números para la destitución de Braillard Poccard y de su vice, y con el ánimo de no dar marcha atrás, sumado al fracaso económico del gobierno de Perié, en diciembre se tejieron soluciones vía la nueva composición de la Legislatura, y la posibilidad de armar un nuevo gobierno que retomara los hilos de la provincia, con la presencia del nuevismo en el nuevo esquema de poder.
No hizo falta. Perié abrió las puertas a una Intervención Federal, se retrasaron más los sueldos, lo que enfervorizó a los acampantes que sobrevivían aún en la Plaza 25 de Mayo e hizo que se posicionaran cortando el Puente General Belgrano.
El nuevo gobierno nacional vio la oportunidad: Un 17 de diciembre reprimió ferozmente con la Gendarmería, desde la Coalición saliente se armaron grupos de choque y las balas silbaron en una noche oscura, la que precedió a la llegada con mano dura del ex gobernador perdidoso en Córdoba, Ramón Bautista Mestre y una camada de cordobeses, quienes arribaron al fin del 99 con las promesas de las arcas llenas. Lo que no dijeron, es que venían por todo, para dejar papelitos de color marrón sembrados en toda la economía representando a un gobierno que se moría antes de comenzar.
Pero esa es otra historia, otro siglo y otro escenario, que iba a ser peor, CECACOR mediante, y que culminó con un gobierno nacional que huyó en helicóptero, casi al igual que la Coalición que gobernara Corrientes en ese fatídico fin de 1999.




jueves, 26 de julio de 2018

Por una ética ante el aborto.

Sin ánimo de hacer periodismo de periodistas, y con la sola intención de describir una realidad, observo la aviesa intencionalidad de ciertos medios nacionales y colegas que asumen una militante postura en favor de una ley que permita la despenalización del aborto.

Si bien cada sector de poder puede realizar una campaña a favor de una u otra postura, no es deontológicamente responsable ejercer una presión permanente en determinado sentido, en un tema que merece un debate equilibrado, sin exponer expresamente que se está a favor de una u otra postura.
En cuestiones que versan sobre la "dignidad humana" como es la que se está tratando, ya que se discute sobre la Vida Humana misma, al tomar postura es necesario afirmar que se está en uno u otro campo, sin esconder las intenciones

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Veo con preocupación que la manipulación que ejercen no es otra cosa que la aplicación goebbeliana de repetir muchas veces una media verdad para que se convierta en una verdad absoluta.
Como comunicador católico, postura de la que no reniego ni tampoco pretendo influir más allá de mi pensamiento, sostengo que este tipo de manipulaciones, frases sacadas de contexto, oposición y degradación del que piensa distinto (Caso del Dr. Abel Albino al que defenestran sin considerar su formación humana y médica), podemos caer en la tiranía de imponer un pensamiento sin discutirlo ampliamente y con todas sus aristas, como se pretende con el actual proyecto abortista.
No es ético para un periodista, en función de tal, sugerir, poner énfasis, inducir, denigrar ni propagandizar desde un medio de comunicación, sin mostrarse tal como se es.


Cuando como comunicadores perdemos los límites éticos, poniendo el pulso en un solo sector, perdemos profesionalidad, y terminamos por sucumbir al autoritarismo, dejando de lado la verdadera libertad de opinión y pensamiento.


El periodista que en este caso deba asumir esta situación, debe situarse equidistante de las posturas, más allá de la suya propia, valorar una y otra opinión, dándole el mismo tratamiento, pues al fin de cuentas se tratan de opiniones. Pretender incursionar con su propia opinión lo puede hacer, pero ya no desde su función de periodista, sino desde ciudadano libre.


La asepsia intelectual es necesaria en esta ocasión. De lo contrario no estaríamos colaborando a la necesaria búsqueda de la Verdad, más allá de las posturas.


Como periodista católico, llamo a los colegas de ambos pensamientos, antis y pro, a que reflexionen sobre su rol, den a cada uno lo suyo, y asuman su responsabilidad social de informar sin influir.
Solo así demostraremos que somos un poder más allá del Poder, y que cualquiera sea la realidad que nos toque informar, tenemos ética, aunque estemos inmersos en un sistema carente de conducta ética.

viernes, 29 de diciembre de 2017

2018, un año que no admitirá mediocres



"Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes solo necesitan saber a dónde van". José Ingenieros - El Hombre Mediocre

Culmina el 2017 en el peor de los pantanos en el que una sociedad puede estar. Alta mortalidad infantil y neonatal, altos índices de repitencia y pésima calidad educativa, alto desempleo y trabajo informal, la mitad de la población bajo la línea de pobreza, y una inflación que nos ubica octavos en el ránking en el mundo, junto a países africanos en estado de guerra.
Si a ello le sumamos una grieta política y filosófica y ánimos exacerbados listos para salir disparados en respuestas violentas al adversario, tenemos el cóctel exacto que pronosticó la Iglesia hace ya veinte años atrás: la “libanización”, “atomización”  y la desaparición como Nación, están siempre a la vuelta de la esquina.
Ya no se admiten más eufemismos. No se puede perder el tiempo porque el Ayer nos ganó y se mantienen como permanente Presente. Enredados en nuestras propias antinomias de antaño, llegamos a lo de siempre: ver al otro como mi enemigo.
Hoy nadie es “contra” ni “amigo”. Todos somos artífices comunes de lo que le debemos a los que vienen. La crítica desde un medio nunca debe ser vista como una afrenta, sino como la posibilidad de modificar la agenda para mejorar el proyecto. Algunos lo vieron como palos en la rueda, cuando en realidad, se buscó una respuesta de reconocimiento y un golpe de timón que evite el choque abrupto con la realidad.
Es de mediocres pensar en estos tiempos que las diferencias son motivo de más enfrentamientos. Es necesario segar, separar la cizaña del trigo, y volver a sembrar, tal cual el ciclo de la vida. Porque las generaciones que no siguen vienen con ímpetu, pero sin rumbo, y es necesario imprimirles una visión de unidad, que nos faltó todo este tiempo.
La experiencia de veinte años de desencuentros dejó a una generación frustrada, y a otra encaramada en un triunfalismo que ya es pasado. De nada sirvió todo eso, si el resultado es una grieta social cada vez más profunda, con miles de pobres estructurales por un lado, y nuevos ricos con ricos cada vez más ricos, por otro.
Será momento entonces, desde el primer día, de ir un paso adelante desde el periodismo, sin adelantar hechos, sino anticipando el rumbo. Un faro más en el mismo derrotero siempre suma.
Y, despojados ya de banderías efímeras, plantar en cada paso, en cada artículo, lo que nos planteáramos desde un principio: ser el Norte que marca el rumbo.
Hoy la brújula social está marcada y fija: no hay tensión magnética que lo desvíe. Será solo saber mirar lo que señala, para saber adónde ir.
Porque a fin de cuentas, el Norte es uno solo.
Fredy Miranda, Diciembre de 2017