"Los hombres y pueblos en decadencia
viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes solo
necesitan saber a dónde van". José Ingenieros - El Hombre
Mediocre
Culmina el 2017 en el peor de los pantanos en el que una sociedad
puede estar. Alta mortalidad infantil y neonatal, altos índices de repitencia y
pésima calidad educativa, alto desempleo y trabajo informal, la mitad de la población
bajo la línea de pobreza, y una inflación que nos ubica octavos en el ránking
en el mundo, junto a países africanos en estado de guerra.
Si a ello le sumamos una grieta política y filosófica y ánimos
exacerbados listos para salir disparados en respuestas violentas al adversario,
tenemos el cóctel exacto que pronosticó la Iglesia hace ya veinte años atrás:
la “libanización”, “atomización” y la
desaparición como Nación, están siempre a la vuelta de la esquina.
Ya no se admiten más eufemismos. No se puede perder el
tiempo porque el Ayer nos ganó y se mantienen como permanente Presente.
Enredados en nuestras propias antinomias de antaño, llegamos a lo de siempre: ver
al otro como mi enemigo.
Hoy nadie es “contra” ni “amigo”. Todos somos artífices
comunes de lo que le debemos a los que vienen. La crítica desde un medio nunca
debe ser vista como una afrenta, sino como la posibilidad de modificar la
agenda para mejorar el proyecto. Algunos lo vieron como palos en la rueda,
cuando en realidad, se buscó una respuesta de reconocimiento y un golpe de
timón que evite el choque abrupto con la realidad.
Es de mediocres pensar en estos tiempos que las diferencias son
motivo de más enfrentamientos. Es necesario segar, separar la cizaña del trigo,
y volver a sembrar, tal cual el ciclo de la vida. Porque las generaciones que
no siguen vienen con ímpetu, pero sin rumbo, y es necesario imprimirles una
visión de unidad, que nos faltó todo este tiempo.
La experiencia de veinte años de desencuentros dejó a una
generación frustrada, y a otra encaramada en un triunfalismo que ya es pasado.
De nada sirvió todo eso, si el resultado es una grieta social cada vez más
profunda, con miles de pobres estructurales por un lado, y nuevos ricos con ricos
cada vez más ricos, por otro.
Será momento entonces, desde el primer día, de ir un paso
adelante desde el periodismo, sin adelantar hechos, sino anticipando el rumbo.
Un faro más en el mismo derrotero siempre suma.
Y, despojados ya de banderías efímeras, plantar en cada paso,
en cada artículo, lo que nos planteáramos desde un principio: ser el Norte que marca
el rumbo.
Hoy la brújula social está marcada y fija: no hay tensión
magnética que lo desvíe. Será solo saber mirar lo que señala, para saber adónde
ir.
Porque a fin de cuentas, el Norte es uno solo.
Fredy Miranda,
Diciembre de 2017
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