miércoles, 19 de octubre de 2016

19 de Octubre: La Noche de los Gases


Una noche como ésta, un martes 19 de Octubre de 1999, se desató una de las represiones más crueles que el gobierno de la Coalición ejerció sobre parte del pueblo correntino, solo por ser de un color diferente a su opinión, en medio de un enfrentamiento entre hermanos. 
Una noche de gases, piedras y balas, frente a la Casa de Gobierno y en las calles aledañas. Vendrían 10 mil despidos de un plumazo, la persecución política por ser de signo distinto, el encarcelamiento y el armado de causas truchas que aún transitan los juzgados, la paralización de la obra pública, la profundización de la crisis económica y social que decían venir a solucionar, la utilización política de maestros y empleados públicos con el engaño de que se solucionarían todos los problemas, la corrupción supuesta combatida con más corrupción y el despilfarro de cargos: tres interventores, tres funcionarios por cada cargo. El nombramiento de jueces sin haber superado el puntaje en el Consejo de la Magistratura, el amañamiento en la designación del gobernador con doble cargo (gobernador y senador a la vez) .

YO LO VI Y LO TRANSMITÍ POR RADIO.
Ese 19 de octubre de 1999 me tocó cubrir una de las más fuertes represiones de la Coalición sobre militantes del Panu que intentaban copar la Casa de Gobierno, en plena crisis política de la provincia. Tosí, vomité, corrí, pero en ningún momento interrumpí la transmisión en vivo para LT 4 Radio Difusora Misiones, desde las 23 hasta las 6 de la mañana del día siguiente. 
Junto a Natalio Aides que lo hacía para Sudamericana, soportamos los gases lacrimógenos, las cargas de la caballería, los escopetazos de balas de goma de la Prefectura apostada en los techos, las piedras que caían sobre nuestras cabezas y la gritería de la gente. 
Una batalla feroz (por quien la comandaba, Jorge "Feroz" Perez Rueda), dejó un saldo de heridos que atiborraron el Hospital Escuela. Hoy es una anécdota, pero fue uno de los momentos más álgidos en que vi a los correntinos enfrentarse entre sí por cuestiones políticas. 
Los manifestantes fueron dispersados por la fuerza: entre ellos habían mujeres, niños, jóvenes y mucha gente inocente que recibió la represión policial y de la Prefectura apostada en los altos con armas que podían haber causado alguna muerte, y que por suerte no ocurrió. 

La noche de los gases
El clima de ese día se presentía mucho más que tenso. Arribé desde Posadas a Corrientes a media tarde, mientras escuchaba por la radio la arenga de Tato Romero Feris, preso en el Sanatorio del Norte, llamando a una concentración en la plaza La Cruz al caer la tarde, para un acto reivindicatorio del gobernador suspendido Pedro Braillard Poccard, y el cierre de la campaña hacia las elecciones de ese año.
Es que esa noche a las 0 , fenecían los tres meses del límite máximo de la suspensión de Braillard, por lo que debía reasumir en la Casa de Gobierno, claro está, si lograba entrar a ella.
Perez Rueda había concurrido al sanatorio a hablar con Tato, pero éste lo sacó con las cajas destempladas, a los gritos, y lo echó de la habitación que ocupaba bajo un cuadro hipertensivo. Un grupo de mujeres arremetió contra el ministro y le prodigó huevasos, patadas e insultos.
                                     
Sabido de esta situación, Rubén Perié, el senador - gobernador interino, se atrincheró - se comentaba que armado hasta los dientes- en el despacho de Mayo y Salta, y rodeó las alturas con efectivos del grupo Albatros de la Prefectura. También militantes adeptos se aprovisionaron con piedras y armas en los edificios cercanos.
La convocatoria naranja fue multitudinaria, y tras el acto político de rigor, se dirigieron en dos columnas, una por calle La Rioja y otra por Salta hacia la Casa de Gobierno.
La Plaza 25 de Mayo estaba llena de carpas, pero desierta de personas. Sus ocupantes habían huido temerosos de un enfrentamiento entre hordas.
Los legisladores del PaNu acompañados de varios peronistas, hicieron un cordón de frente y avanzaron a paso firme. Al llegar a Carlos Pellegrini lo esperaba un cordón de efectivos de infanteria de la policía, munidos de escudos y garrotes. Detrás, los lanzagases. Cuando vieron lo decidido de los manifestantes de atravesar la muralla, vi en los ojos de los muchachos policías la desesperación de la inminencia del combate.
Un senador , creo que Mattos Castañeda, arremetió contra el centro de la formación recibiendo un empujón de escudos. La multitud arremetió por los flancos en las veredas, y los policías fueron desbordados, retrocediendo despavoridos mientras los lanzagases hicieron los primeros disparos, lo que apenas pudo frenar por algunos minutos a la gente, que en vez de retroceder corrió hacia 25 de Mayo, adonde estaba apostado un segundo retén con vallas.
Allí, transmitiendo todo en vivo, sufrimos los primeros vómitos de los gases. Así y todo me daba hálitos para continuar al aire, entre toses y lágrimas. Como había viento, se dispersó el gas y fui corriendo a observar el segundo choque.
Desde un edificio de varios pisos ubicado al lado de la cochería De Bonis, salían fogonazos. Desde allí se disparaba a mansalva a la multitud, sin demasiado éxito. Un camión con equipos de sonido con el diputado Marco Costa en el micrófono, arengaba a la multitud a que continúe hacia la puerta gubernamental, entrecerrada.
Allá fueron corriendo mientras llovían piedras lanzadas desde los techos de los edificios a todo lo largo de esa calle hacia Salta. Un gran bloque de escombro del tamaño de una bolsa de cemento cayó a mi lado y de Natalio Aides, del cual no me despegaba, ya que compartíamos cada milímetro de cornisa para guarecernos de la lluvia de cascotes. El, enfundado en un pañuelo árabe que había traído de sus incursiones de Medio Oriente, parecía un beduino en medio de una tormenta de arena. No veíamos nada por el humo de los gases, y tratábamos de respirar agachados, adonde el aire era más limpio. La prioridad para nosotros era seguir contando lo que veíamos.
Llegada las doce de la noche, recibo la orden desde la dirección de la radio, desde LT 4, propiedad en ese entonces de Jorge Goitia y a cuyo frente estaba Julio Burna, luego Director de Información Pública de Ricardo Colombi, de continuar la transmisión, a pesar de que la misma finalizaba a esa hora. La radio iba a continuar al aire porque en el norte de Corrientes y en Misiones la gente seguía atenta a lo que estaba contando desde el lugar de los hechos.
Una vez llegada la multitud a la puerta de la Casa de Gobierno, al frente se puso Braillard Poccard. Intentó ingresar y mantuvo un diálogo con el jefe de policía Comisario General Amadeo Smirt Amarilla. Le ordenó cuadrarse ante su jefe. Este le trasmitió que tenía orden de no dejarlo pasar. Se decía que el despacho estaba el gobernador interino Perié, armado, dispuesto a descerrajarle un tiro si se atrevía a ingresar a la oficina.
Tras unos cabildeos, coincideron con el ministro Pérez Rueda de dejar sentarse a la gente en la calle mientras negociaban.
Así se hizo y mujeres, chicos y jóvenes se sentaron en el todavía caliente pavimento, sembrado de piedras y cartuchos de balas de goma.
Habrían transcurrido media hora, cuando apareció por Salta un escuadrón de caballería amenazante.
Detrás el grupo PAR y en el medio, Pérez Rueda, dando indicaciones al jefe del grupo.
En un momento, y cuando parecía haberse calmado todo, los caballos salieron disparados acicateados por sus jinetes y arremetieron sobre la gente que estaba sentada, pisando y atropellando todo a su paso.
El cuerpo a cuerpo fue feroz, y otra vez los gases. 
Los caballos se frenaron, por instinto, y no avanzaron, por lo que lo hizo la infantería. El camión de sonido atravesado a lo largo de la calle impedía huir a la gente que quedó atrapada entre dos frentes. 
Así y todo era difícil dirimir un desenlace. Los más corajudos arremetieron contra la policía, y la lluvia de gases, balas y perdigones se repetía a cada rato.
Cada acto, cada disparo, cada expresión, cada imagen, era transmitida por mí, y creo que fue una de las más creativas que tuve en mi vida periodística. Contaba todo, sin perderme nada. Relataba y relataba, como si fuera un partido de fútbol, con el énfasis que el momento ameritaba. 
La comunicación se cortaba a cada media hora por un temporizador en el celular, asi que me permitía respirar y repasar lo que estaba viviendo. Así estuve por tres o cuatro horas. 
A eso de las tres de la mañana, los militantes que resistían sin bajar los brazos recibieron la orden de dispersarse. Así y todo permanecieron resistiendo muchos, sobre todo los más jóvenes.
Solo así pudo avanzar la policía y a cada media cuadra se detenía por la resistencia que los hacía recargar sus escopetas Itaka. 
Luego la represión continuó calle por calle en el centro. Por San Juan, por Junín, por La Rioja, los heridos iban caminando hacia el Hospital Escuela. 
Allí reportaron oficialmente 17 heridos ingresados, con cortes, impactos de balas de goma y principios de asfixia.
Comenzaba a amanecer el 20 de octubre, y la ciudad se despertaba para vivir otro día caluroso. 
Curiosamente, todo retornaba a la normalidad. Salvo las clases que desde hacía cuatro meses estaban suspendidas por un paro interminable, el comercio abría sus puertas, la gente volvía a su rutina laboral, y el sol dejaba al descubierto el campo de batalla. 
Ese mismo día el Presidente Carlos Menen enviaba al Congreso un proyecto de intervención federal a la provincia, que nunca fue tratado.
Yo me preparaba para volver a Posadas, culminado mi trabajo.
Antes pasé por el Hospital, y vi a los heridos sentados en la emergencia, aguardando se atendidos y que alguien los buscara. Anónimos la mayoría de ellos. Entre ellos habían pequeños productores que había recibido la "fumigada" de sus vidas, jóvenes estudiantes, mujeres madres y gente de los barrios pobres.
Corrientes vivía su peor crisis económica, social y política, que aún faltaba transitar su peor momento, rumbo a una intervención sangrienta, que perduró en el tiempo con más sufrimiento aún.
De regreso a la tranquilidad de mi provincia, me repetía, ¡Pobre Corrientes!.
Ese domingo siguiente, el 24 se elegía un nuevo presidente, y la historia se pondría aún más intrincada. 


http://www.lanacion.com.ar/158131-corrientes-menem-pidio-la-intervencion-federal








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