jueves, 20 de octubre de 2016

Andresito, como San Martín, es un héroe misionero, no un héroe correntino

Andrés Guacurarí, el Comandante General de las Misiones, ha sido construido desde la historia misionera como el héroe que combatió a la invasión luso brasileña y al poder centralista de Buenos Aires, forjado en el espíritu de las Misiones Jesuíticas.
Su efímera incursión a Corrientes fue dentro de una estrategia política del general Artigas para hacer frente a este último poder, que hacía su fuerte entre las clases acomodadas que servían a los intereses de la ciudad puerto del Rio de la Plata.


A Andresito hay que buscarlo en la historia, donde se halla, en su momento histórico y con categorías de su época.
Andresito es misionero porque nace en San Borja, territorio de la Provincia Hispánica de las Misiones, heredera de la Provincia Jesuítica de Misiones, actual territorio de Río Grande do Sul, Brasil. 
Históricamente, como su coetáneo San Martín, es misionero por origen, y parodiando a lo que los correntinos tratan de hacer con la figura del Padre de la Patria, del que dicen que es correntino, Andresito sería hoy brasilero. Algo que seguro muchos rechazarían, pero vale la justificación si de sacar de las categorías históricas a los personajes se trata.
Andresito no es un héroe correntino, porque nunca combatió a favor de Corrientes, ni tampoco lo hizo con tropas correntinas, sino con tropas guaraníes, como él, en defensa de los Pueblos Libres, y es cierto, fue un militar que ocupó por la fuerza una ciudad que sabía que no era misionera, sino contraria al interés general del federalismo, y aliada al poder porteño.
En ese sentido, Andresito es un héroe de las Misiones, porque se jugó por ellas y murió en el intento. En Corrientes solo fue un invasor por razones estratégicas. En su calidad de tal, nunca asumió el gobierno local sino que colocó un gobernador de una de las facciones en pugna, facciones que ya existían desde la presencia de los Jesuitas en la ciudad, y que la dividieron políticamente hasta hoy, en pro-jesuitas y anti jesuitas primero, comuneros y españoles, después, y patriotas y realistas mas tarde, subyacendo como indican algunos historiadores correntinos, como unitarios y federales, a celestes y colorados, liberales y autonomistas, conservadores y progresistas o populares, hoy. En ese contexto, Andresito apoyó a los sectores postergados e hizo pesar su poder sobre los patricios de la oligarquía local. Sobran las anécdotas en ese sentido.


Pero Andresito, nunca arremetió contra las costumbres de la correntinidad, al contrario, revalorizó sus fiestas, respetó la Legislatura, impuso un orden basado en las leyes que rigieron en las Misiones, y trató de ganarse la simpatía de varias familias locales. Trató de mostrarle la riqueza de la cultura heredada y la fusionó con la correntina, muy ligada a la herencia española y asunceña.
Pero en seis meses, nunca trató de cambiar o inculturizar lo que ya era propio, salvo las enseñanzas hechas a las familias patricias de cómo debian ver al indio, con acciones ejemplificadoras, como aquella aprehensión de los niños de las familias patricias, para demostrarles a las madres de cómo se sentia cuando tomaban de criados o esclavos a los hijos de las indias, práctica que continúa hoy, con las jóvenes del campo, traidas a la ciudad con la excusa de “ayudar a que estudien y trabajen en la casa”.
Esos seis meses no son suficientes para colocarlo en el centro de la historia correntina, sino que no deja de ser un capítulo más en sus más de 400 años de existencia de la ciudad y la comarca.
Pretender erigir a Andresito como figura central histórica es una aberración cultural a contramano de la misma historia.
Pretender colocarlo como el eje cultural, militar, ideológico y político de la historia de la correntinidad, es volver con Andresito invadiéndola, pero mal.
Cuando era presidente del Concejo Deliberante de Corrientes el señor Norberto Ast (UCR), quien supo ser tambien presidente del Centro de Estudiantes Misioneros en Corrientes “Andrés Guacurari” durante dos períodos, charlamos varias veces obre la posibilidad de traer la memoria del héroe misionero a Corrientes. Y él mantuvo su negativa, ya que sabía de lo hiriente que podría ser a la idiosincracia correntina imponer una figura que le sigue siendo extraña. Es más, hasta le propuse en mi entusiasmo misionero que se cumpla el monumento en la actual Costanera donde hoy se levanta finalmente la estructura. Finalmente, se consensuó que fuese en la Rotonda de la Virgen, en la Plaza del Mercosur, verdadero cruce de caminos y centro virtual de la región.
Vale un monumento, vaya que sí, vale revalorizar la Bandera que impuso en su momento, pero que después fue cambiada por una hecha por correntinos que mantiene la leyenda de Patria, Libertad, Constitución, cuando se federaliza Corrientes.
No vale en cambio, hacer de su figura el eje central ideológico con categorías actuales de algo y alguien que tuvo una visión muy lejos de lo que hoy se quiere imponer.
Como misionero, de sangre guaraní, respeto profundamente la idiosincracia y la historia propia de los correntinos, donde he visto y vivido sus contradicciones, pero que es una forma de ser al fin, muy distinta en muchos aspectos a la misionera. Solo quienes podemos observar con algún grado de objetividad, podemos atrevernos a juzgar esta imposición política de una figura como algo que no es.
Andresito no es solo el Monumento, Andresito es la figura que representa a las Misiones Jesuíticas. Es la Libertad del indio ante la afrenta del blanco conquistador, pero en la fusión de ambas culturas, con el cristianismo que transforma a las personas en seres buenos y con valores humanos, y es la fusión perfecta entre la Cosmovisión Guaranítica y la Fe Católica. Si no se lo conoce y no se lo ve en ese contexto universal, podremos hacer aberraciones como las que observo cuando tratan de hacer un revisionismo con categorías ideológicas de este tiempo.
Creo que los correntinos deben poner en un pedestal más alto que al de Andresito a su propios héroes, que son muchos y sobran. 
Andrés Guacurarí, el héroe misionero, está en esa pléyade de héroes regionales pero con pertenencia local, basada en Misiones. Darle una categoría por encima en la ciudad es sacarlo de su contexto histórico. 
Sí, Andresito se merece estar en ese cruce de caminos, con su altura correspondiente, para señalar el camino a la región. Pero por favor, no traten de imponerlo, Su figura allí, se impone sola, sin necesidad de oportunismos políticos efímeros.

Fredy Miranda
Periodista
Ex Secretario de Prensa del Centro de Estudiantes Misioneros en Corrientes "Andrés Guacurarí"


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